Abelardo Martín De la Monja

✝︎
D.E.P
IN MEMORIAM
Abelardo Serafín Rogelio Laureano Amelio José María del Carmen Martín De la Monja Segundo Teniente del Regimiento de Infantería Saboya Nº 6 de Badajoz fue descendiente directo —tataranieto— de Vicente Moreno Baptista, capitán del Regimiento de Málaga y figura destacada de la resistencia española frente a la ocupación francesa, ejecutado en 1810 por su lealtad a la Patria, al Rey y al pueblo.
Nació en Granada el 10 de julio de 1877 y fue bautizado pocos días después en la parroquia de San Matías. Era hijo de Antonio Martín Catalán, capitán de Caballería ya retirado y condecorado con la Placa de San Hermenegildo, quien fijó su residencia en Madrid tras pasar a retiro en 1890 y falleció en 1896. Su madre fue Aurora de la Monja Moreno, bisnieta del citado héroe antequerano.
En febrero de 1909, doña Aurora fue recibida por la reina regente María Cristina junto a dos de sus hijas, Blanca y Aurora, en una audiencia marcada por la cordialidad. La familia también participó en los actos celebrados en Antequera con motivo del centenario de la muerte del capitán Moreno, acompañados por otros descendientes del linaje.
Poco se conoce sobre los primeros años de Abelardo. Sí consta que entre 1888 y 1894 cursó estudios en el colegio de San Fernando, en Madrid. Finalizada esa etapa, se preparó para ingresar en la Academia de Infantería. La familia mantenía una relación cercana con la Reina Regente, quien actuó como madrina del joven y asumió los gastos de su formación militar; igualmente intervino para facilitar el ingreso de su hermana Aurora en el colegio de Santa Isabel, donde acabaría formándose como maestra nacional.
Abelardo superó con éxito las pruebas de acceso a la Academia en agosto de 1894 y fue admitido oficialmente como alumno poco después por Real Orden. Desde el inicio destacó por su aplicación y constancia. En julio de 1895 obtuvo una pensión de segunda categoría y continuó su formación hasta febrero de 1896, momento en el que, tras completar el plan de estudios abreviado, recibió el despacho de segundo teniente de Infantería.
Su primer destino fue el Regimiento de Infantería de Saboya nº 6, en Madrid, donde comenzó a familiarizarse con la vida militar y el mando de tropa. A finales de ese mismo año fue destinado al Batallón Expedicionario de Cazadores nº 15 con rumbo a Filipinas, integrándose en la brigada del general José Marina Vega. Tras trasladarse a Barcelona, embarcó rumbo al archipiélago asiático.
El contingente llegó a Manila en enero de 1897 y, tras un breve periodo de espera, inició operaciones en distintas localidades de la provincia de Laguna y Cavite. El batallón participó en acciones en Cabuyao, Silang, Monte Ybar, Das Mariñas, Salitrán, San Nicolás, Zapote, Ymus y Bacoor, entre otros puntos estratégicos, interviniendo en asaltos, combates y persecuciones contra las fuerzas insurgentes filipinas.
El 1 de abril de 1897, durante el avance hacia Cavite, Abelardo formaba parte de la vanguardia. Su sección fue situada en primera línea frente a un enemigo muy superior en número y bien atrincherado. A pesar del intenso fuego recibido, avanzó con serenidad y determinación. Alcanzada ya una distancia mínima de las trincheras enemigas, fue gravemente herido. Rechazando retirarse, continuó cumpliendo con su deber hasta que la pérdida de sangre lo hizo caer. Fue evacuado bajo el fuego enemigo, pero falleció poco después a consecuencia de las heridas. El combate tuvo lugar en las inmediaciones de Noveleta.
Su muerte causó una profunda impresión entre mandos y compañeros. Se cree que fue enterrado en el mismo teatro de operaciones. En el colegio de San Fernando, donde se había formado, se celebró una misa en su memoria.
En reconocimiento a sus servicios, se le concedió en 1898 la Cruz del Mérito Militar de primera clase. Posteriormente, su madre inició gestiones para que se le otorgara la Cruz de San Fernando, petición que fue desestimada tras el correspondiente expediente. Persistente en su empeño, doña Aurora solicitó directamente a la Reina Regente la concesión de la Cruz de María Cristina, alegando los méritos de campaña y el comportamiento heroico de su hijo.
La solicitud fue finalmente atendida y, en abril de 1902, Abelardo Martín de la Monja fue condecorado a título póstumo con la Cruz de María Cristina de primera clase, reconocimiento que llevaba aparejada una mejora económica en favor de su madre. No obstante, posteriores solicitudes para incrementar la pensión fueron rechazadas por la Administración.
Así concluye la breve pero intensa trayectoria de un joven oficial que perdió la vida en Filipinas cumpliendo con su deber, y cuyo recuerdo permaneció vivo gracias a la perseverancia de su familia y al reconocimiento oficial de sus méritos militares.

Familia De la Monja