Escudo de Armas
En gules, un águila de oro cargada de un escudete de plata con una banda de gules
Origen: Extremadura (España)
Águila:
Simboliza el poder, la generosidad, magnanimidad y bizarría del espíritu.
Banda:
Símbolo del tahalí con que los caballeros sujetaban su espada. El origen de la banda se atribuye a los caballeros que fueron a las cruzadas por lo que simboliza el espíritu de cruzada.
Gules:
Sus características son: Fortaleza, Victoria, Osadía, Alteza y Ardid. Los que traen este color en su Escudo están obligados a socorrer a los que se ven oprimidos por la injusticia.
Oro:
Las características heráldicas del Oro son: Nobleza, Magnanimidad, Riqueza, Poder, Luz, Constancia y Sabiduría. Por las leyes de la heráldica, cuantos lleven este metal en sus escudos están obligados a hacer el bien a los pobres y a defender a sus príncipes, peleando por ellos hasta su última gota de sangre.
Plata:
Sus características heráldicas son: Pureza, Integridad, Obediencia, Firmeza, Vigilancia, Elocuencia y Vencimiento. Los que la llevan en sus armas están obligados a defender a las doncellas y amparar a los huérfanos.
Linaje de origen extremeño oriundo de un lugar de su nombre, que toma por apellido, perteneciente al término municipal de Fregenal de la Sierra (Badajoz), donde estuvo radicada su primitiva casa solar desde tiempo inmemorial.
El Apellido De la Monja se extendió por el resto de España y Portugal siguiendo las rutas de su Reconquista y repoblación levantando nuevas casas allí donde afincaban.
Tras la conquista del Nuevo Mundo ramas suyas emigraron a diferentes países americanos. Miembros de este linaje probaron su nobleza e hidalguía pleiteando ante la Real Chanchillería de Valladolid, así como ingresnado en la Orden Militar de Calatrava.
Castillo Templario de Fregenal de la Sierra
Don Roberto Faure en su obra titulada “Diccionario de Apellidos Españoles” dice así: la función del apellido no es sino la de servir de complemento al nombre de pila para evitar confusiones. En origen, los apodos u otro tipo de denominaciones hacían el papel de apellido, con distintivos tales como “Pedro el hijo de Antonio”, “Juan el del Puente”, “Luis el Zapatero”, etc. Es evidente que la repetición de los nombres de pila hizo necesario el uso de un segundo nombre para distinguir a individuos con el mismo nombre de bautismo que no eran pocos.
Los apellidos pueden clasificarse de muchas maneras dependiendo de su procedencia. Una de estas clasificaciones es la de los toponímicos. En efecto, la costumbre de apellidarse con nombres de localidades viene de antiguo y podemos citar a Thales de Mileto (640 A.C. en Mileto), Pitágoras de Samos (580 A.C. en Samos), etc. Los lugares de donde procedían los individuos, donde vivían o de los que eran propietarios, han sido siempre un formante importantísimo de apellidos. Aquí también se produjo el mismo proceso ya mencionado en el que un José el Soriano, o un Ramón de Albacete, terminaron siendo José Soriano, o Ramón Albacete, aunque en casos como éstos es frecuente que se conserve la preposición “de”.
Es el Apellido De la Monja uno de esos apellidos toponímicos que toma su nombre de un lugar. Es así entonces, que el primer portador de este apellido tomó su nombre de un lugar así llamado por ser natural del mismo. En concreto se refiere a la localidad de este nombre radicada en el término municipal de Fregenal de la Sierra, provincia de Badajoz.
El Apellido Original es «De la Monja», sin embargo, en muchos documentos de la época aparece escrito indistintamente como Monja o De Monja. La razón básicamente era por una cuestión de economía del lenguaje. Para el escribano era más rápido redactar «Monja» que «De la Monja».
Mucha gente cree, erróneamente, que la preposición «de» antepuesta al apellido es indicadora de una antigua hidalguía. Esta creencia procede, sin duda, de nuestro país vecino, Francia, donde siglos atrás se reclamó la partícula «de» como un distintivo de nobleza y de posesión de un territorio. En el siglo XVI se llegó a prohibir en Francia el uso de tal partícula a quienes no fueran de estirpe noble, y se llegó a ridículas situaciones en las que plebeyos ricos compraban el derecho a añadir dicha preposición a su apellido.
Esto nunca fue así en España y muchas de las casas más antiguas y nobles de nuestro país nunca usaron esta preposición, cuya significación no era más que de procedencia cuando se anteponía a un nombre de lugar o de filiación cuando se anteponía a un nombre de pila.
Es cierto, no obstante, que debido a la influencia de las costumbres francesas, desde el siglo XVIII algunas familias españolas nobles o aspirantes a nobles adoptaron esta partícula a imitación de los franceses. Sin embargo, su uso nunca se restringió a clase alguna, ni alcanzó jamás el significado e importancia que tuvo en Francia.
El heraldista y genealogista don Adolfo Barredo de Valenzuela en su obra titulada “Nobiliario de Extremadura” incluye este apellido como extremeño. Añade que don Juan de la Monja, vecino de Cabeza de Buey (Badajoz) en el año 1701 figura como Comisario del Santo Oficio de la Inquisición.
De esta misma opinión es el historiador don Carlos Platero Fernández quien en su obra titulada “Los apellidos en Canarias” añade que una rama pasó a residir a las Islas Canarias.